De golpe

Se sabía que era inoportuno caminar de noche por el bulevar, doblar en cualquier calle y parar para ser un atractivo físico de los coches y los pocos transeúntes que pasaban. Buscaba el dinero que no tenía trabajando formal e incómodamente en una oficina negada hacía ya diez años. Se mudó tres veces, la última a un sector ocupado de la villa 31, a pasos de la salida de la autopista. Trabajó de panadera, de limpia coches, de pedigüeña, de trapeadora y de puta, pero su economía seguía al rojo y la obligó a salir de nuevo a la calle. En Neuquén era secretaria de una empresa contratista para los pozos petroleros, ganaba muy bien. Comía bien. Vestía bien. Dormía bien. Caminaba bien. Cogía bien. Se mudó a Capital para una chance segura de cambio. Se trajo sus cosas en una maleta de viaje. Viajó en avión. Tomó el primer trabajo en una agencia de autos. Alquiló una pensión en la Boca, cerca de la bombonera. Viajaba en colectivo como el resto de los porteños. Comía en un bar al costado de la p...