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Mostrando las entradas de diciembre, 2010

Uvas para Eva

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Nos enteramos tarde. Nos miramos a los ojos. Nos quisimos besar. Ella buscaba una excusa barata para entrar a la casa y verlo, aunque sea un rato, para decir que había estado en ese lugar. Él se enteró recién a los minutos que salió ella de su patio, cuando la vinieron a buscar, pero corrió hacia la puerta antes que se suba al auto. Se enteraron que se amaban casi sin conocerse físicamente. Se miraron a los ojos con ternura y muecas en sus bocas. Ambos, secretamente, se besaron mentalmente y luego partieron. Mientras viajaba por el barrio, ella intentó mirarlo por la ventana trasera del coche. Marcó con el dedo un código, pero nada. Él se quedó mirando como el coche se desplazaba por la espesa arboleda de la calle y, desde lejos, miraba que se retiraba una oportunidad. Estuvo más de quince minutos afuera, tomando aire. Miró como lentamente se opacaba el cielo y se transformaba el día en una noche veraniega estrellada, prohibida y andariega. No dudó un segundo que la amaba. No se es

Perfecta

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Navegando sobre tus recuerdos de piel a oscuras, de mareas intensas y soles de otoñales posadas y descansos matutinos me dije que si perdiéndolo todo dejaría de navegar y que ahogarme en el siguiente tramo saldría airoso de tus ojos. Pero no. No fue así. No navegué. Ni tus mareas intensas surgieron. Ni los soles otoñales cayeron en hojas secas ni se posaron a la mañana. Esa noche me levanté, miré por la ventana de la luna siguiente y el canto del cielo nocturno invitaba solamente a llenar de luz la terraza de mi casa y de los vecinos cercanos. Una vela tenue al final se apagó. Me dijo eso, solamente, y se fue como la vida se va cuando uno se apaga internamente. Prendo el último atisbo de lumbre sonora, porque en cada braza que arde hay música, y aspiro el vil metal, denso, cristalino y espinoso que surca por la garganta después de los tiempos. Es ahora el momento. Encuentro en el pasillo un sueño. Lo levanto. Está inmóvil. Es solo eso, un sueño pasado inmóvil y deseoso de seguirlo as

Negrito de mierda

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No basta que te peguen en la cara, en el cuerpo ya castigado por el tiempo de buscar cartón para vender. No basta ser pobre. No basta ser joven. No basta más que nada ser un pobre joven villero que junta cartón para poder vivir en Lomas del Mirador, provincia de Buenos Aires. Se puede pedir justicia. Se puede marchar a los gritos. Se puede reclamar que se retire del barrio un destacamento policial con acusaciones de variados crímenes y violaciones a los Derechos Humanos. Luciano sintió que alguien lo seguía. Luciano, ese negrito de mierda, salió de su casa y no regresó. Luciano se negó cooperar con la policía. Cuyo trabajo ofrecido era robar para los garantes de la seguridad. El destacamento, solicitado por vecinos que pagan los impuestos y exigen que se socave la libertad de estos villeros de mierda que generan piel de gallina cuando pasan cubiertos con sus gorras y su música, miradas ocultas a bolsos y autos, su origen y descendencia, hasta su color de piel. Un destacamento que se de

Manos que hablan

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-No hay modos -decía amablemente mientras fumaba con una mano y con la otra tomaba la taza de café desde su pequeña oreja. Acariciaba el borde del pocillo con los labios y una nube densa de humo, mientras regía el orden de las cosas desde la ventana. _ ¿Ves? - Apuntaba nuevamente desde el vidrio con sus dedos hacia una señora que apenas caminaba, pero perseveraba su andar entre los jóvenes descontrolados por el calor. - A uno le enseñaban a cuidar a los demás, acompañar a esta dama, a salir del camino, a tener respeto.- Bostezó y se acomodó en su silla, mientras apagaba el cigarrillo. Me senté a su lado, también mirando las caras ajenas que pasaban desbordadas por ser día antes de navidad. En estos días todos corren, vuelan, saltan y se masturban con los regalos para los hijos, primos, tíos, abuelos y demás personas que durante todo el año uno las ignora. Pero es navidad y hay que complacer. Vidas sexuales disimiles y predecibles, rápidas y sin sentidos. Por eso, el “No hay modos” su

Pre textos

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Se sinceró con ella misma. Se dijo que aún estaba tan parecida a su anterior imagen que no se dio cuenta de que cambiaba con el pasar del tiempo. Tiempo que de por sí la llevó por diversos caminos y, en algunos momentos, la torturó como en su pasado cercano. Leía y asentía con la cabeza. No entendió el mensaje y cayó en una trama digna de cualquier madeja suelta azorada por el tiempo. Nudos desatados que se proponían sellarse más y mejor. Tejió su propia aventura. Disculpó su locura con un vaso de misterio. Pidió un beso. Luego una manta de olvido. Se cayó tres veces de la cama y recordó aquella noche en el suelo de su cuarto cuando le dolía moverse y estorbaba contorsionarse de placer ya que aquel cuerpo que la tenía sujeta de su propio interior no le permitía más que sentir, un salto más al nirvana, su locura profana. Se dijo que sí tantas veces. Se las creyó y no tanto. Hoy, en esa madeja en donde armaba su pullover preferido para el tórrido verano, se mintió. Se mentía siempre y