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Mostrando las entradas de enero, 2016

N.N. en Chacarita

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N.N. en Chacarita. N.N. para el Estado que N.N. de sus filas hipócritas de lame culos siderales nos ocultan en lo profundo cuantas veces quieran N.N. por montones. N.N. en Chacarita, con un cuento infantil de terrores y amores nos dicen que moriste sin darte cuenta ni torturas ni garrotes. N.N. nuevamente. Te enterraron N.N. y ni siquiera preguntaron. N.N. te torturaron. N.N. te amenazaron. N.N. te asesinaron. N.N. te ocultaron. Y cuando ellos se asustaron, porque nosotros te estábamos buscando por todos lados y todos sus poderes y toda su burocracia y todos sus tentáculos y todo ese aparato intacto de represión y muerte, sumada la estigmatización, el odio de clase y xenofobia maldita, fascista, de sus plebeyos armados, nosotros no callamos. Luciano Arruga se llama. Eso nos cuenta otro cuento: Luciano en Chacarita. Luciano desaparecido por el Estado que La Policía Bonaerense y la Policía Federal de sus filas hipócritas de lame culos siderales

Tranquilo, Boby, tranquilo

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Acarició mi cabeza apretando la herida. Desmejorando mi pelo ensangrentado. Me hablo al oído murmurando palabras inconexas. Un “te quiero” quitando la mano y dejando caer mi cabeza que suena hueca. Que duele. Que palpita zumbando al oído para nunca más escucharlo. Que machacó mis dedos luego de sentir el sonido a huesos rotos, gritar. Gritar mientras los dientes salen de la boca. Gritar sin voz al vacío inconfundible que después de una patada viene otra. Llorar implorando que el cerebro se desconecte de vos, te abandone para no orinarse mientras te arrastran y ves que tus piernas siguen con vos, que no se cortaron, que aún les queda dignidad. Hace calor y el sol te deja sentir ardor intenso en la cara. La nariz expele sangre seca y la boca es un incontrolable vibrar. Hay vapor. Hay luz, fuerte. Es sólo una imagen dolorida, nada de sentidos. Por lo visto terminó. _ ¡Gané! Y mi cerebro llor ó . Tenía esa sensación de llorar feliz y ser feliz llorando.   Da

Mompracem

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Salió pensando que allá, lejos, uno puede encontrar algo diferente. Si, de hecho la encontró, diferente. Había pasado mucho tiempo por él, especialmente, y ella, particularmente. Un tono de voz que, en su sinfonía, era la misma que de niña lo atraía como aquellos cuentos de Salgari. Él era un personaje del mismo libro en dónde las aventuras cruzaban mares, pero de autor propio, con ribetes de intrigas, algo desalineado, con excesos y diferentes torturas mentales socavadas en procesos de autoayuda. Ella no, muy segura de su no, como de sus días. Subió al colectivo, recorrió la noche de sus ojos, llegó al día y se sentó en una esquina a esperar. En vano. Ella no venía. Él estaba en otra esquina. No fue a propósito pero pensó mal, recordó peor y estaba a tiempo y a pocas cuadras del lugar real, de la isla. Montó cuanto navíos pasaban para llegar a tiempo. Llegó, se bajó, pagó, miró el taxi partir y avisó su llegada más temprano que tarde a nadie.  Nadie acá. Nadie por allá. Se se

Yo digo

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Yo creo que Silvio Rodríguez si sabe de astronomía y que las estrellas le dan gracias a la noche… Pero creo que la culpa, esa escusa que somos manejables y nos paraliza, no es la noche, pero deseo sus versos, la noche y las estrellas. Particularmente, en movimiento continuo. Sensación de vivir en cada momento y no de ir muriendo al pasar el tiempo. Aprender a mover los dedos cada mañana, al despertar. Respirar sin saber que lo estás haciendo y sentir el frío del aire que ingresa por el viento aunque el calor sea insoportable a la hora que sea que el cuerpo experimente la sensación. Buscar el bendito tesoro que te quitará la insoportable tarea de sobrevivir a los fines del orden que no existe, que se disipa cuando lo tocas con los dedos, hilos invisibles diluyendo la mediocridad instaurada. Apoplejía de bucles temporales históricamente analizados. Eutanasia preventiva para el desarrollo social de los que más necesitan y no lo pueden obtener. Re

Periplos

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No es tiempo. No es dinero. Solía soltar el discurso de la necesidad. Muchas veces solía escapar. Compró la idea. Una vez más ofrecieron pedazos de historias, retazos de leyendas urbanas indeseables y apartadas de la misma realidad. Sólo soltó su cuerpo al viento caliente de la boca y comió de su suave piel durante el tiempo en que se elevó su calor corporal y estalló en auténtica cordura en plena locura de su carne. Apretó sus labios y oró cuando lo majestuoso de las contradicciones penetraba la inocencia debida. Órgano raptor de razones, agitó su pecho en jadeos complacientes y desplegó el grito de guerra ganada y ahora, en este momento, se condeno. La calle la consumió moderadamente. Repite su juego diario. Ya no es inocente su entrada triunfal. Ya no quiere, fue olvido. Pasajera en trance. La Oscuridad a Diario , desde Darío .