Tranquilo, Boby, tranquilo
Acarició
mi cabeza apretando la herida. Desmejorando mi pelo ensangrentado. Me
hablo al oído murmurando palabras inconexas. Un “te quiero”
quitando la mano y dejando caer mi cabeza que suena hueca. Que duele.
Que palpita zumbando al oído para nunca más escucharlo. Que machacó
mis dedos luego de sentir el sonido a huesos rotos, gritar. Gritar
mientras los dientes salen de la boca. Gritar sin voz al vacío
inconfundible que después de una patada viene otra. Llorar
implorando que el cerebro se desconecte de vos, te abandone para no
orinarse mientras te arrastran y ves que tus piernas siguen con vos,
que no se cortaron, que aún les queda dignidad.
Hace
calor y el sol te deja sentir ardor intenso en la cara. La nariz
expele sangre seca y la boca es un incontrolable vibrar. Hay vapor.
Hay luz, fuerte. Es sólo una imagen dolorida, nada de sentidos. Por
lo visto terminó.
_
¡Gané! Y mi cerebro lloró. Tenía esa sensación de llorar feliz y
ser feliz llorando.
Darío, desde La Oscuridad a Diario.
Comentarios