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Mostrando las entradas de septiembre, 2011

Regresión

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Como en oscuridad, cobijados por un manto de tierra neutral, de incógnito sobre un costado de la ciudad y a la espera de uno por el otro y viceversa. Ambos se encuentran en una calle que de por sí nadie circula a cierta hora de la noche e intentan cerrar en ellos, entre ellos, sobre ellos y delante de ellos, una distancia. Pasajes sin retornos, ellos se buscan. Ella sale en su búsqueda, él la encuentra en su afán de ser cazado. A cierta hora, los papeles vuelan con el viento. Pasa un auto, se detiene. El tiempo recorre lento, suave y con aromas. La gente baja desconfiada de sus casas y ven que dos son uno y uno de dos y no entiende, ya que a cierta hora no hay nadie, menos dos en uno. Y que el tiempo retrocede en esos momentos y que uno vuelve a sus edades de corazón y que ya nada importa. El ruido de las diferentes casas se acoplan, ya sólo se escucha el silencio del gemido. También en la penumbra hay vida. Una mano, un corazón latiendo, los dedos, los labios, el cuello. Todo, e

Tribulación Blues

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Antes que nada -o leer- pone este acompañamiento. Esa noche, oscura, caminé tranquilo pensando que el manto oscuro y las sombras me cubriría de mí, de los demás, que no hacen otra cosa que adelantar los pasos por miedo al mismo miedo interno de deambular holgados, sedientos y porfiados. -Las noches son de guitarras- me dije en silencio. No sé por qué, solo quise sentirme internamente acompañado de algo cabalístico. Enroqué la vereda y salté la calle como si el espacio de su ancho fuese una diminuta línea. Suelo hacer escalas de esquinas en mis cruces, para despistar a las sombras y ver que ellas me siguen realmente a mí o son independientes. Por momentos el largo de ellas van de un lado a otro, se acercan y luego me pasan alejándose en el futuro. Pisándome los pies o siendo devoradas por mi andar. No es fácil, la noche no es tranquila para nadie, la madrugada en asecho no es lugar para vivir y caminaba rápido -Noche, madrugada, día y un blues es tranquilizante y para no p

Puntos y fugas

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El dedo sólo es un observador. Intenté dibuja tu cuerpo. El dedo sólo es un baqueano de tierra erógena, esos que en las guerras saben de rutas y atajos. Pinté con saliva una idea. La dibujé con líneas y trazas. Presentí que mi lienzo de piel sucumbía. Tus labios, mordidos, intentaba ser críticos de arte. ¡Será posible! Quise dibujar, pero el punto de fuga me sedujo, me voy saltando el alambrado. Mi mano sobre tu vientre, me llevo los lápices. De rodillas para el perdón, la pared es infinita. "...Tu manos dibujando en el aire..." Desde afuera del alambrado, Darío . La Oscuridad a Diario .