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Mostrando las entradas de noviembre, 2010

Reflejo

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Se compró un árbol. También costeó a su perro nuevo, recién nacido y alimentado aún de la teta de su madre. Lo extirpó de ella porque él pagó por su separación. Se consiguió el último pedazo de torta de la heladera de aquella panadería y miró con desprecio a quien osaba ir por aquel magnífico bocado. Cuando salió por la puerta, la cerró y al hombre de las dádivas le dio un botón viejo que guarda en su bolsillo para estos casos. En donde dice “no pisar el césped” caminó plácido, se detuvo, arrancó una flor y luego la tiró al asfalto caliente del medio día de enero. Cruzó la calle sin mirar a los costados y detuvo el tráfico. No se apuró mucho, ya que se arregló el pantalón que lo tenía bajo. Al subir a la vereda se encontró con un pequeño gato, muy pequeño, que le hacía mimos y lo corrió a las patadas. Al llegar a su casa no hizo otra cosa más que sacar la basura en pleno calor y colocarla en el piso y no en el canasto. Para la tarde los perros del vecindario destrozarían las bolsas y

Las Mariposas

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A golpes. Las mataron a golpes. A sus esposos, los torturaron a los golpes. A ellas, sus esposas, las mataron a golpes. Simularon que el odio se disfrazaría de choque y, al caer al vacío de la cuesta, sus muertes serían símbolo de un choque, simplemente. Patria, que por las dudas dudaba de todo, sabía que la muerte y el Generalísimo la andaba buscando como esos perros de caza que olfatean más de la cuenta. Patria murió a golpes en el cuerpo y con un pañuelo fue atormentada hasta perder el aire dominicano de sus pulmones. El Generalísimo se entera de las muertes y tacha de su lista a los intentosos rebeldes que intentan derrocarlo de su raíz dura de poder y gobierno. El pueblo, su pueblo de oligarquías y negocios sucios, quería ver los palos con las cuales fueron brutalmente golpeadas las tres, hasta llegar a la muerte. Minerva fue golpeada. La misma suerte que su hermana Patria. Gozó de la misma suerte también de morir, como última fortuna, asfixiada por un pañuelo. Se la mató a gol

Confuso

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Técnica: Punta seca. Fabriano Rosa Espina blanco . Todo fue muy confuso, extraño y dinámico. Esa mañana me levanté al tropel porque la puerta y el timbre gritaban voces al unísono. Un telegrama. Algo extraño para la época en donde las comunicaciones son más dinámicas y extravagantes. Así mismo era extraño todo el ambiente. También la locura imperaba en las calles. Era temprano y la gente se movía con la prisa de la media mañana de los bancos del centro. Intenté por un momento comprender que algo me estaba perdiendo. Miré el telegrama, que lo tenía en la mano mientras el cartero, un chico joven de apenas veinte y monedas de años, que seguramente vio pocos telegramas en su vida y normalmente sobre despidos y renuncias laborales, me pedía que firme. No le pregunté más nada y sólo un gracias. Se retiró rápido, como llevado por la corriente espesa de gente que circulaba por el barrio, que me dejó pensando en nada y en todo. Algo me estaba perdiendo más que algo extraño portaba el telegr

El adiós

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Esa mañana se vistieron de ropas nuevas. Salieron por el costado del taller y, callados en herméticas consultas internas, caminan como personas invisibles. Aún se siente la opresión en el aire. Miran a los costados en cada esquina y parece que aún hay humo y palos y gente. Se cree que aún de noche se siente el ruido de los carros y de las personas que corrían y huían de la policía y el Ejército. Matute para y enciende un cigarrillo. Juan lo espera con las manos en los bolsillos del pantalón, mientras mira hacia los costados. Muy nervioso. Con miedo. Lleva en su brazo un envoltorio de papel madera, muy raído, algo extraño. Hacía días que el cementerio había estado vallado por la policía. Ese día se abría nuevamente al público. Matute camina rápido, pero buscando el paso justo que no denote que algo tiene en su cabeza, porque no hay nada más peligroso que llevar algo debajo del pelo, la barba y del bigote oscuro. Ni hablar si tus manos aún tienen restos de grasa o signos de trabajo, eso