Gallos

Y, en el tumulto, saltó Rosales, se enojó. Corrió la mesa y amagó a pegarle a la sombra de Fausto, que no reconocía las diferencias. Se escuchó el tropel. Ambos se trenzaron en golpes, Rosales y la sombra de Fausto, enceguecidos por ese pequeño pleito que nadie entendía, salvo ellos que eran los únicos que se encontraban hablando en la barra del bar acaloradamente. Todos ven que Rosales lleva las de perder. Pues, es una sombra escurridiza, la que intenta golpear con el vaso, con el puño, con el cuerpo. Fausto sólo mira. Toma la cerveza que dejó Rosales y no interviene. Ambos paisanos ya no dan más, uno de la pelea y el otro del alcohol ingerido en toda la noche. _¡Rosales! - Grita Fausto - ¡Dejé mi sombra, hombre grande! - Se acomoda en el banquito, de costado - !Rosales, carajo! Rosales no hacía otra cosa que buscarla tirado al piso, puteando, maldiciendo la sombra de Fausto. Fausto intenta pararse y se cae, mientras que Rosales lo ve arriba de la sombra, se lanza cual gato espe...