Después de morir. Una, de miles de veces. Se cree que fueron mil doscientas quince veces las muertes no confirmadas del Marqués. Algo así como un múltiple gato negro de mala suerte con un don que la vida le regala, una herramienta, para sostenerse en su miseria. Pero el gato es gato y él, conscientemente no lo sabe. Su finalidad indudablemente trae muerte. Sus muertes son símbolos de todas las demás. Miserables mortales. Levantó su osamenta decorada como un festín de días de carnaval, ya que él mismo lo preparaba por si una vez más la muerte, burlona amiga, le jugaba una mala pasada inesperada. Con bordados que alertan que no está muerto. Que está prohibido quemar sus restos. Cuentan que en los años oscuros de la peste, cuando los cadáveres lucían sus perlas huesudas en los caminos reales. El condado entero era un país de los muertos. El Hades mismo fue quejoso de envidia. Las plagas de todas las religiones, paganas u oficiales, todas estaban realizando plegarias h...
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