Colapso especulativo

Síndrome de jactancia aparente. Despertando, amasando el pan de las faltas. De lo que falta. Todo ataque de locura es transitorio. Páramo de bestialidades, ingratas migajas que la misma miseria logra rejuntar, de vez en cuando, casi siempre, del lado en donde la basura tiende a tener el peor olor. Tus lágrimas inundan las jocosidades de los leviatanes que mueren en el hondo y profundo charco, devorando los más fastuosos manjares que la misma entraña de la selva madre intenta tragar y deglutir suave, lenta y hermosamente. No es más que tu muerte, la extrañeza de las quietudes, la que asombra al núcleo rodeado de familias inocuas y estériles, lejanas al corazón y la misma razón olvidada, que pronuncia tu nombre y te trae al fondo, sostenido, al interior oscuro y degradante que toda alma pura y sucia niega, esconde y disfruta. No será la primera vez, no así ni en esta puta y retorcida catarsis de loca imaginación. No te veo muerta. No te veo suelta, no te veo. Ese velo ingrato y esperanza...