Y te robaron el mes de abril...

Se rindió. No pudo más. No quería seguir y bajó sus brazos. No quiso, no era lo que quería hacer, pero lo intentó hasta que no se dio más el seguir intentando una penosa hazaña. Se subió a lo más alto, miró la zona poblada de cadáveres intactos, lejanos, humeantes, triste y oscuro, sus ojos se perdieron. Cuando bajaba, manos vacías y negras, lodo y pólvora, lo amenazaban con levantarse ante el primer fusil que lo apunte y lo intima. Tiene miedo, mucho, tiembla con el frío intenso de la derrota y del agua en sus pantalones y del barro de la trinchera y del denso clima infernal. El fuego se extendía más desde la costa y, en su bajada, se notaba el humo negro sobre el puerto, la base y los refugios. Bajó pensando en su regreso a tierra firme y amigable. Bajó al infierno. Lo atraparon. Levantó las manos. Un oficial del comando enemigo lo revisa y lo interroga en su idioma. Le pregunta cuantos son, quienes, armas y lo invita a fumar. Él levanta a media asta los brazos. Tiembla. Pid...