Vientos
Solo viento, bajaba despacio. Solo viento acompañaba la caída de los diferentes cadáveres de aquella tarde sobre el frío asfalto inquietante y gris oscuro marchito. Solo viento, lo recordé, lo pediste y te lo dí. Soplé, levemente, entre tus valles. Escalé, húmedo, y mi nariz se topó con tu pezón insignificante y lo acune entre mis dientes, suave. Le dediqué palabras groseras, en silencio, con la boca abierta, y te llamé cuando desde lo alto de aquella cumbre te miré. Vos no me viste, yo te llamé, el cálido vendaval de mi aliento formó tumultos en tu piel y bajé las escaleras con mi lengua hacia el valle, nuevamente. Mi dijiste que me detenga y me quedé. Extrañando el recorrido de la pampa húmeda, los campos de girasoles, el sol de ternura, la cosecha de locura y tu bajo vientre. La tierra tiembla. Tiembla más hoy que mañana y que ayer mismo. Ya no hay grises, solo es luz tenue, los ojos, tu piel, la cama y una noche afuera que no quiero ver ahora, si sus estrellas. Trabajé incansable...