Especulación


Al pasar por la casa, no se dónde, se que era por este u otro planeta, tal ves Júpiter por su tamaño y no la tierra por su hedor a eso mismo, ella inclinó su cabeza y no me miró. Ambos nos distanciábamos más, mientras yo baja la calle empedrada y, como quien dice, miraba por mi hombro para ver que me viera.

No. Nunca pasó.

Por Plutón, que ya no es planeta, volví a pasar, doblé en la esquina de Saturno y encaré nuevamente a Júpiter. Dentro mío esperaba que ella estuviese en la vereda, sentada y vestida de igual manera que la última vez. La casa decía algo, desde lejos era algo así como “acá no queda nadie, ya se fueron y me venden”. Entendí el mensaje. Entre líneas decía que me esperó. O, seguramente, que se cansó de esperar. No lo sé. No acá ni en este lugar.

Regresando mis pies a la tierra pensé en buscarla. No porque uno sea el que extraña aquellas pequeñas personas que sienten la soledad en la espalda gritando en silencio al oído. No, no por eso. Solo por curiosidad. Una morbosa curiosidad ajena a los bajos instintos, tan indeterminados como reglamentados.

Una vez me desperté en el sol. Recordé su humedad, su piel de niña, su aroma en escamas, sus ojos plácidos de domingo, su boca pintada con estopa, sus manos de firuletes, sus piernas en partes con dedos al final de enredaderas, sus uñas negras o rojas y combinadas, su nariz de melón y jamón crudo, su cuerpo carente de advertencias y su colapso especulativo. Todo eso en el sol, no bajo, sino sobre. Quedé perplejo. Verla una vez más y sentirla hablar en olores frutales.

Pedí el tiempo y había pasado tanto que me fue imposible pagar todo de una sola vez, cerré la cuenta y los intereses aumentaron. Claro está que no se trataba de una estafa. Las distancias entre los planetas son lejanas, soy de caminar despacio, mientras invento las descripciones de cada pasión.



Para ser sincero lo tenía escrito hace rato.

Hoy, como hace unos días, tengo unas ganas de escribir nada.


Darío desde La Oscuridad a Diario.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Historias de guerras inventadas - Cap. uno - Los ganadores