Caso tal

Regálame la idea y después dispárame con tu mirada. Mátame de amor. Moriré fulminado. Y, por ti, seré cadáver. Me preocupa la locura. La idiotez, las flojuras y tu cabeza llena de ideas absurdas. Me preocupan los días. La falta de conciencia, las noches de soledad y la falta de tiempo a tu apego. Y las ideas que flotan cruzando las paredes de mis momentos, saltando muros gigantes de poseídas histerias y buscando burlarme de lo que dije, digo y hago, trazando mares íntegros de placer pagano, oficiando locas transparencias de idioteces realizadas. No dejo de mí hacer lo que soy y digo que quiero ser. Dicotomía. Y la voz que llama, tranza y pide piedad a los internos ocupantes de mis parlantes amigos imaginarios e insolentes que solo transmiten las causalidades locas, transparentes y animadas de mis días alejados de insoportable dolencia musical. Inexistentes. Déjame morir a tus pies. Déjame. Déjame salir y ver que el aire puro ya no existe. Déjame. Déja...