Infinito

(Insisto, soy egocentrista apaisado en una oblicua caída al vacío de mis ideas)


La necesidad de amigos. La necesidad de tenerlos y amarlos más que tus amantes, más que tus parejas y que tu propia vida.
La necesidad, toda, de ser partícipe de sus momentos de angustias y de sus logros todos.
La necesidad de amarlos en carne.
La necesidad de estar y salir de ellos cuando, ellos o uno, se sienten apretados y apretando el tiempo, el aire y los vicios.
La necesidad de verlos bien.
La necesidad de celarlos porque ellos son parte de tu vida y no de los demás conocidos o amigos propios que ellos pueden tener, conjunto de células formando sistemas de paradojas singularidades y similares al mismo cuerpo.


Extraño amigos.
Tan extraños.


A corta edad uno cuenta con un núcleo que se forma para tener la protección ante el medio agresivo de vida, ante el nacimiento de la vida misma. El aire tóxico de ciudades barrios colmadas de personas que lastiman peor que las mismas rosas.


Extraño amigos.
Tan extraños.


En una adolescencia que duele como el propio nombre, ellos son parte de un dolor natural que se comparte gustosamente. En juegos, drogas y alcohol. Entre música, sueños y preguntas. Entre amores de unos y otros, amores compartidos y deseos entre pares.


Extraños amigos.
Tan extraños.


Sin importar el tiempo, logro saciar mis recuerdos. Sin olvidarlos los veo pero no los tengo. Sea porque el tiempo los llevó lejos. Sea porque cayeron en las buenas o se hundieron en las malas. Sea porque, privados de sus libertades, hoy son símbolos de una eternidad propia de mi eterna melancolía llamada edad.


Tan extraños.
Los extraño.


Invocando las verdades ante los ojos de los que hoy pasan sin reconocer a este cadáver que el tiempo escupió salvajemente sobre una pared de clavos. O llamando a números que, los otrora modernizadores, cambiaron para acentuar las distancias cortas de un viejo momento.


Los extraños momentos.
Tan extraños.


Una de ellas, una de ellos. El que si, el que no. Los que vuelven en vuelos de aves y los que se fueron tan lejos que ni el viento puede llevar los aromas de estos bares.

Yo sigo acá.
Ustedes quizás nunca sepan que los extraños amigos son extrañados.







Diego, murió en un confuso episodio mientras estaba en el cuerpo de Granaderos, del servicio militar, y su familia fue amenazada a desaparecer de todo Zárate. Hoy él tiene una tumba hermosa, pero nadie le devuelve la justicia de sus 18 años. Un amigo de la primaria.

Oscar desapareció a los 13 años de mis lugares comunes y luego me entero que cae preso a los 18 años, tragándose la vida sin tener nada que ver en una presunta violación cómplice. Hoy vaga entre Zárate y Campana, libre, pero muerto internamente a la vista del resto del mundo. Hace poco lo saludé y quedamos en hablar de él y su puto día de muertos.

Walter, un ejemplo de inteligencia a temprana edad. Comparable a Diego, nos medíamos en quién era más inteligente y obtenía poder sobre los demás (Practicábamos demagogia a los 11 años). Lamentablemente un arma, las drogas y un secuestro terminan de hundirlo en la oscuridad de una celda de máxima seguridad, de igual manera que cuando su madre lo abandona en su casa, sólo, a sus tres hermanos a la pequeña edad de 12 años. Hoy camina como una persona más que no se puede quitar un vicio y que pronto morirá de la enfermedad de las balas.

Valentín, a él lo amo. Fuimos enfrentados en la adolescencia por un amor eterno y fugaz de 8 años y ella lo elige a él sin descaro. Mi venganza a ella fue la mejor amistad de mi vida. Tirados a más no poder de alcohol en su casa los días de veranos y sentir como su padre nos arrastraba hasta la alfombra de la habitación porque los ‘pelotudos’ se dormían mirando pornografía en VHS.

Héctor, el negro, otra persona que marcó la vida tan profundamente que creo haberme sentido enamorado de su amistad. Juntos con Valentín éramos intocables. Tanto así como aquella noche que, por ser valientes, el Negro recibe una paliza de películas y cae casi muerto e intento defenderlo con un pedazo de piedra sobre la cabeza del golpeador. Hoy es Héctor solamente, que aparece cuando uno desaparece del mundo y que cuando nos encontramos solo hay distancia de gente que antes fue amigo.

Nancy, mi vecina y amiga de infancia entre drogas y alcohol, yace presa de algo que aún nadie entiende y que deja perplejo a todos los que conocemos su historia. Volverá libre seguramente, pero un muerto en la sociedad es solo eso, un muerto más.

Gabriel, que viene pegado a Lorena, que viene pegada a un amor lejano no correspondido, pero entendido. Ella me odiaba por ser yo. Salir de putas por los barrios con Héctor, su primo, a escapada de los amores todos y volver al punto sin poder caminar y dormir en la calle hasta las 10 de la mañana (Lorena sabe eso, pero lo niega).

Pablo, que está en un lugar tan lejano que es imposible de visitar a su compadre y amigo. Si pudiese escalar su ego y celos podría saludarlo con un abrazo grande, porque lo quiero y se que él, su familia y todos nos queremos (Leelo puto, siempre seremos amigos).

Ana, ella está siempre.
Fabián, si no fuera de mi Ana, no sería mío.

Martín y su flaca, que los amo como ellos me aman.

Miguel, que murió por ser un excelente pintor, amigo, compañero de trabajo y persona querida. Eso de tener HIV mata a los amigos, más que a los portadores del virus.

Sonia, renegada y todo, ella está.

Mari, vieja quisquillosa, te quiero mucho a pesar que nos vemos cuando nos miramos entre las calles de este baldío pueblo.

Alberto, cordobés que vive en esta provincia (Bs. As.), que hace lo imposible por dejar intacta su tonada. La cerveza que debes se paga en verano, espero hasta el 21 de diciembre.

Bety, la que ofrece su corazón siempre que nos vemos y charlamos boludeces varias del como estamos. Ella sabe cuanto la quiero, por eso cuando hablo, ella está.

Pedro, tan lejano te has ido que hoy no se si es por las drogas nuevas de otras ciudades o por amores viejos que han aparecido, que te extraño mucho en noches de bares propios. Solo lamento aquella mentira a tu cara con olor a sexo de tu amada.

Lejanos desde el otro lado del charco, Ricardo M, Ricardo R, Juan R, Pedro P y Sandra siempre estuvieron en las malas y en las mejores. Será que por ser de Montevideo, Uruguay, son mucho más que hermanos de tierra amigas. Siempre devolveré eternamente lo que me dieron y me ofrecieron de corazón a corazón (Saldremos a buscar a la Maga de Julio, seguramente en febrero).

A otros más que ya no están.

A los que están y que no saben si yo estoy aún.

A vos, que sí estas. Fuiste una amiga ejemplar. Hundiste un barco enorme, cargado de deseos indeseados en puertos pasados y te atreviste a soportar las absurdas complejidades de mis locuras. La muerte nos sienta muy bien, en noches de putas, sobre la funeraria de Campana.




Darío, amigo de los que hoy están y amigo de los que hoy partieron.
La Oscuridad a Diario es solo una historieta absurda, iluminada por el simple candil de los posteadores anónimos conocidos. Un humilde, gracias.



Comentarios

Virginia dijo…
Te deje un premio en mi blog...

date una vuelta para que lo tomes...

Saludos...

Virginia
Louve de France dijo…
¿Y que me dices de los amigos virtuales?

Esos que a veces te conocen más que los amigos de toda la vida, que ta dan ganas de abrazarlos y los sientes muy cerca aunque estèn muy lejos!

un besote.

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