Espacio

Tu foto hace que mi casa haya sido tomada por las flores.
Tu foto, tu casa, mis flores, mi niño y tu cuerpo.

Incoherente no.
Impaciente y descontrolado.
Sin más que sacar de mi cabeza
huyo de mí ahogado, en un baño de éxtasis dominado por el humo de mi tierno estado de perpetuidad del mismo tiempo pasado.

Un poco enojado.
Un poco más.
Un poco nada.

Lleno de ti,
lleno de ustedes
y alejado de todos.




Ingrato espacio que busca crear de la nada
el vacío.
No escribo, no me deja.
Ingrato blanco que llora poder llenarse de colores apagados por la gris pasantía del tiempo.
Indomable deseo de soltar de mis dedos la pluma, ver una vez tu rostro, besarte y sin llorar morir del veneno de tus labios marcados.

Llora, llora penumbra.
Inquiétame.
Hazme marcas en el cuerpo
y que mi sangre de la razón justa de las pequeñas palabras que mojan y mancha la hoja en blanco que no posa descanso.

Deseo recordar el pasado como deseo borrar las pequeñas cosas de todas las demás.
Tan histérica nostalgia que va, vuelve y se queda.
Pobre de los pobres que no saben nada de mi.
Pobre los locos que no ven en mí una persona sana.
Pobre los que saben de ti y que de mí, nada.

Desbordado de locura, anoche, lloré sin querer llorar.
Escupir sobre los brotes.
Realzar tus notas.
Cantar tus letras.
Sin sentir el odio a tus ciertos encantos melancólicos de una noche de estrellas.

Deseo más que salir.
Deseo menos escribir, cuando el tiempo toca las instancias de ciega parcimonia y de estatus creados tan internamente que dejan al parecer un significado incoherente.

Tal locura no es mala.
Los locos suelen decir locuras verdaderas, el resto de los mentalmente bañados con la gracia de la normalidad escribimos mentiras inciertas.
Tal locura es vana.

Sin saber que puse sobre mí hoja dejo que me juzguen hoy.
De ante manos les digo que culpable soy.





Las revoluciones son sellos de sangre,
El mío es solo una pequeña gota, minúscula, que traje desde que el tiempo me convertía en lo que hoy llegó a nacer.





Un domingo cálido, suave y lleno de nada por poner. Desde que Darío y hasta La Oscuridad a Diario del tiempo pose en su momento, daré para todos las letras que siento...

Comentarios

GABU dijo…
DARIO... Dejarnos llevar por esos espacios a veces oscuros de la nostalgia tiene el sabor del recuerdo que ya no es peor aùn asì permanece...

P.D.:Nadie puede juzgar la nostalgia ni la locura ajena sin saber a ciencia cierta cuanto mide la propia!!

EN ÈSTE LUNES DE SOL TE DEJO UN BESO COLMADO DE AÑORANZAS ♣
Louve de France dijo…
Tu entrada me recordó a los 6 elementos.
Por fuerza sabemos de 4 Tierra, Agua, Aire, Fuego y todos dependen uno del otro pero tambien tenemos al quinto que es el alma, esa parte invisible del ser que solo sabemos que esta pero no se ve y el 6 es el espacio. Los al menos 10cm que necesita todo ser humano entre su cuerpo y los demás cuerpos para no sentirse invadido. Que incómodo cuando un desconocido se sienta a nuestro lado y nos toca con una extraña confianza y que sensación de plenitud cuando alguien a quien queremos invade nuestro cuerpo, invade nuestro espacio como si esa materia se fundiera en una sola.
B. Rimbaud dijo…
Exquisito, simplemente. Me deja con la pregunta: ¿Es una ironía de nuestro lenguaje el hecho de que las oquedades duelan más que las presencias? Pues oquedad tiene menos substancia que cualquier otro cuerpo... No cabe duda que los sentimientos son cosa harto extraña... Cabría decir, con Arjona: "Si tú no estás donde el cuerpo, sino donde más te extrañan, y aquí se te extraña tanto..."

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