Tomad y bebed

De pronto,
mi sed por ti es superior a mi hambre.
Desayuno por ti,
en ti
y para ti
Luego, sin querer
muero por ti.



En la madrugada del sábado, Juan y Julián, se juntaron antes de abrir el negocio y comenzaron a preparar la mañana.
_ Dividilo en tres y después lo pasas por la máquina de picar.
_ ¿Por dónde comienzo? – Tomó el cuchillo y mientras lo afilaba buscaba la mejor parte.- ¿Acá? Del medio o de abajo.
_ No, del medio no, en tres partes está mejor. ¡Trae suerte dicen! Sacá esa bolsa, fijate que traje unas cuchillas nuevas que compré en el mercado.
_ ¿Estás?
_ Sirven, están afiladas.
_ Igual en tres no, no lo vamos a poder llevar a ningún lado. Tiene que ser en más partes. Hagamos las cosas bien.
Se siente que las decisiones de poder hacer un buen trabajo complican mucho a los dos hermanos, pero la experiencia de buen carnicero de Juan lo hace ideal para la empresa cometida.
_ Corto por abajo.- Arremetió el cuchillo de un golpe y cortó la carne con hueso incluido.- ¿Vez? De un golpe. Dame el fuentón grande, pongo acá lo pedazos chicos y luego vemos.
_ ¿Y si colocamos los que vamos sacando en pequeños pedazos en la heladera? Creo que es mejor. –Asegura Julián.
_ No, esperá que lo corte todo, no hagamos eso porque pierde frío la heladera y tengo el asado del domingo guardado.
_ ¡Si! ¿Y si dejamos las mejores partes para el domingo? – Frota las manos.- Yo no compré nada y hoy ya es tarde.
_ Dale, yo te elijo las mejores partes. Si estos tipos no saben distinguir entre el asado y la ensalada. Vienen con un hambre que se comen hasta el mantel.
_ ¡Si! ¿El gordo Carlos viene?
_ Me dijo que tenía un partidito, el hijo que juega en la tercera de Lanús, y lo llevaba hasta la cancha. Creo que jugaba acá, en San miguel. Pero que a las doce llegaba.- Tomando impulso, corta más y lleva seis pedazos de carne semi congelada.- Pasame la sierra, este hueso es grande
_ Tomá. Los chicos del barrio me pasaron la posta de los Rodríguez, ayer hablé con el Negro Poncho.
_ ¿Qué te dijo Poncho?
_ Que sí, el puto de Rodríguez le vendía frula a lo pendejos. Él le compraba a la cana, tenían un arreglo.
_ El hermano de Rodríguez es yuta de la federal.- Logra cortar el hueso y coloca más carne sobre la mesada.- Vez, este pedazo es bárbaro para la parrilla. Haces un buen chimichurri y un poco de pimienta y queda como si fuera un lomito.
_ Dame, lo guardo en la heladera. ¿Cuánto habrá?
_ Tres kilos, maso.
_ ¡Bien! Es mucho para los forros, encima comen de arriba y se quejan.
_ Che, te digo. Este negro forro de Rodríguez dicen que se comía a la vecina, Aurora, la vieja.
_ ¡Ugh! ¡Qué asco! Mierda, hay que tener estómago.
_ Si, dejá, la vieja viene siempre. Ella me contó de su amorío.
Toma la cuchilla y abre. Saca todas las partes que no son buenas y lo junta una bolsa. Comienza a cortar en pequeños pedazos. La sierra eléctrica era una mejor opción. Pero encenderla significaba que Juan estaba trabajando en la carnicería y siempre hay un vecino molesto en el barrio que golpea para pedir algo.
_ Menos mal que está congelado aún, sabes como cuesta cortar fresco, sin frío.
_ Te paso esta bolsa.
_ No, ¡En una no animal! En tres o cuatro, mínimo.
Una vez guardada la carne para el domingo, tomán los trozos ya cortados y salen al fondo. Cargan el auto junto a las tres hieleras y arrancan.
_ Hoy por dónde vamos. Yo diría al fondo de La cartoncita, la villa de Luis.
_ Si, tenía pensado.
Hablando de todo en el viaje, llegan y se ponen a repartir carne a los pobres. No es mucho, pero la gente necesitada no lo nota así. El gordo Juan pasa todos los sábados por las villas de San Miguel y reparte carne. Él y su hermano son bastante conocidos por estos actos.

_ Che ¿esto?
_ No esa bolsa es para tirar.
_ ¿La llevamos al basural?
_ Si, atrás. Cerca de las máquinas.
_ ¡Turro este Rodríguez! Pero por lo menos sirve para algo.
_ Si, como todas esas basuras que venden mierda a los pendejos. Que sirvan por lo menos como comida.
_ ¡Así será!
_ ¿Me ayudas a limpiar la carnicería?
_ No, no puedo. Me voy a Bella Vista, hay dos forritos que marqué para la semana que viene.


Aparente verdad,
solo es maldad,
cubierta con flores
para que entierres los dolores
y te dejes convencer.




Darío de la Oscuridad a diario, mejor dicho, de a veces… o siempre, casualmente.

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