Eternidades
Se
distrajo. Miró hacia el costado menos oscuro. La luz llamo. La luz
quería su atención.
Droga
divina, ingresar en el meloso encanto de calidez. Un pequeño llamado
y tu atención cae. Descuidé por una eternidad escueta y fugaz mi
objetivo y fracasé por ese momento que se describe como un sin fin
de oportunidades únicas.
Los
disparos, la guerra y sus múltiples ocasiones en donde un increíble
miedo a morir te da impunidad para matar. Agitar el corazón y pensar
que matando uno vive. Llevar a tus muertos en cada disparo, a la
noche, cuando el sueño quiere eliminarte, porque dormir en pleno
combate equivale no despertar a la mañana.
Creo
que hace dos días que no duermo.
Se
despertó. Había el mismo olor a sangre y humo que rodean los
cadáveres que alfombran los campos de batallas.
El
color característico de los cuerpos apagados, no es un gris, no es
rosa, no es oscuro, pero tampoco claro. Cuando las rocas en
comparación tienen mucho más vida. El olor que llega al estómago
vació que devuelve una melaza hacia al garganta. La bocanada de
aire que hace salir inevitablemente la bilis y moja todos los
cadáveres del día. Estaban para quemar y quemarme.
Estaba
vivo, creo.
La guerre, nous et une éternité l'instant...
Darío.
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