Lujuria Bibliotemática


En breves palabras, casi como la lluvia moja lentamente el cuerpo, nos vimos leyendo desnudos sobre tu cama una tarde cualquiera. Traías puesta tu vida entera excitada de las manos que sobrepasaban las palabras y que nuevamente te obligaban a posar en jadeos deletreados y amontonar el pasado para exclamar un grito liberador que satisface tanto al lector como al escritor. Se cierra el libro, se deja unos días alejados de la rutina diaria y las lecturas obligadas y, sin querer, el vino estaba derramado sobre el pecho izquierdo que se puso tenso y duro, los pelos en manos ajenas, y el llamado fálico buscando dónde reposar. Agitando tu cuerpo en golpes húmedos calientes y pegados sobre un cuerpo extraño y conocido. Explorar y explotar cada recurso lingüístico conocido y verte bajo vientres querer escribir y reescribir historias pueblerinas, trazos de saliva en tu espalda y que los ojos reconozcan cuantas personas más están invitadas, cuantos más salen del libro y cuantos otros ocultan. 





Organizar, leer y que Julio diga las palabras justas.
La ropa es lo de menos.
El relato, sobran las palabras.

Darío, desde La Oscuridad A Diario.

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