Rabia
“...
La esperanza de un mundo mejor, la imagen por la cual vale la pena
arriesgar la vida, sacrificarse hasta la muerte en los campos de
batalla de todos los continentes del mundo...”
Y
así cayó de su isla, un continente, y se hincó sobre su columna,
tocando las nubes, pinchando el cielo con su fusil, sin pretender
nada a cambio, sólo la vida que la tenía color arcoiris. Al hombro
se carga a los hombres que van cayendo. Al hombro se pone a su dama y
al mundo, América entera que corre de sangre en sangre y uno, dos o
tres Vietnam, contra el mando de los halcones que, como a cuervos
camuflados, se les nota la muerte y sus garras. El no tiene miedo.
Nadie tiene miedo junto a él. El corre entre balas. Todos corren con
él y bailan entre las metrallas. Así, como si nada, él intenta
libertad, habla libertad, ríe libertad, llora esperanza, sueña
futuros presentes y contradice la gravedad de los medios de miedos.
Guevara
está en Bolivia, anuncian, y el Che es un peligro, dicen, la tropa
que dirige es la púa que corta la selva que ahora vale más que el
oro que cae, cae, cae de las bolsas y del mundo.
Así
pasó la vida.
Así
pasó su muerte.
Así,
como matando al perro se acababa la rabia, él nos enseñó que la
rabia de los pueblos no es por el perro, ni sus costumbres y sus
enfermedades, es por el collar que cada vez, desde que cayó en manos
de sus asesinos, nos aprieta el cuello hasta matarnos en sus fábricas
de picar carne.
“(...) Y sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.”
“(...) Y sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.”
A 44 años de su caída, no en combate, sino asesinado.
Al Comandante Ernesto Che Guevara.
Desde La Oscuridad a Diario.
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