Esa noche


La premisa era necesaria, antecedía a una discusión sin fin y no quería zozobrar más en el fracaso que aquella noche, larga y aburrida, nos hizo titubear de lo que realmente teníamos como trabajo.

Tomó las manos, las juntó en sus piernas y se calentó un rato. Nos miró mientras fumaba, callado, pensando, diciendo a sus adentros que algo no encajaba en la propuesta y que seguramente las preguntas invadirían esa habitación casi oscura, sobria y sin un puto cuadro para distraer la mente y vagar innecesariamente hacia la nada.

_ ¿Cuánto hay? -Dijo, levantando al mano y abriendo la palma que bajó lentamente a la mesa, quitó unas migas de pan – Digo, en dinero ¿Cuánto hay?

Nosotros no teníamos el dato, sabíamos del dinero, pero de la cantidad no, nadie dijo nada ni se diría hasta el momento de concretar. Pero Pedro era más rápido para contestar y las dudas escapaban de sus gestos.

_ Mucho, no te puedo decir cuanto, pero mucho.

_ ¿Una idea? -Dijo, solemne. Se tomó la barba con calma.

_ Mucho. - Yo, mientras, miraba la nada de la habitación y contemplaba el panorama para no meterme en el tema. - Así dicen. Y si querés saber cuanto es otro precio. Nuestra idea es que te sumes, no importa el monto, lo cubrimos aunque te parezca extraño. - Pedro se acomoda en la silla.

_ Pero, Pedro, vos sabes que yo no tengo problemas. Igual, si ustedes están tan interesados para que diga un sí de repuesta me gustaría saber cuanto vale en cantidad.- Pita el cigarrillo por enésima vez y me mira, sentí sus ojos acechar. - ¿Vos? No sos nuevo en esto, te conocí haciendo esto, se que naciste en el ambiente.

_ No, no sé de cuanto estamos hablando. Pero a mí, si me preguntás, solo diría que sí y nada más. - Con cara de preocupado y ofendido lo miro – Nunca fallé a nadie, a vos no lo haría ni en joda.

_ Lo sé pendejo. Pero uno a esta edad, después de haber sido cagado muchas veces piensa que todos son cagadores profesionales. Nada es en contra de ustedes, lo saben, yo cuido mi espalda. Aparte, siempre hay propuestas mejores.

Pedro levanta un vaso con agua y lo toma, se siente el ruido del líquido pasar por una áspera garganta y se ve salir al aire frío una densa bocanada de vapor. Hacía más frío al pasar los minutos.

Lo vuelve a mirar y se vuelve a sentar en posición de defensa.

_ ¿Qué decís? Un no o un sí, es sencillo. Vinimos por eso. -Me mira y con la mano hace un gesto de no importarle- Yo no pierdo nada, él no pierde nada, alguien hará el trabajo por menos guita y todos ganamos.

_ Bien, buscalo, seguro que alguien lo hará por menos guita.- Se levanta, golpea la mesa con el puño cerrado y sus nudillos nos saludan.

Cuando se retira nos quedamos sorprendidos. Pedro no dijo nada, seguía en posición de soberbia y yo quedé con los ojos extraviados porque no entendía como se podía retirar así, sin nada que perder sin nada que ganar.

Salimos a la vereda, Pedro enciende otro cigarrillo y me convida.

Hace unos pasos, gira y me dice:

_Pendejo ¿vos tenés el fierro?

_ Si, acá, en la espalda ¿Por?

_ Nada, tapalo.

Esa noche cayó Pedro de dos tiros, en la misma esquina, yo corrí. A mí me atrapó el equipo especial de la policía y dos testigos me acusaron al ver mi imagen en la cámara oculta. Esa noche lloré por Pedro. Esa noche sí que hizo frío.


Cuando el frío opera sobre los operadores.


Darío desde La Oscuridad a Diario...


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Muñeco de trapo