Días de amarguras, en calles iguales.


Podrán sacar los huesos
y cremarlo.
Podrán vejar mi carne
y enterrarla donde nadie sepa.
Podrán pensar que soy
y después de muerto, eso ya no cuenta.
Soy, era y seré lo que siempre queda, nada hoy para mí.



Pierdo, siempre,
y en contactos, con mi propia nada, siento que pierdo más no estando a tu lado.
Triste, recorro las esquinas vacías de mi cama
y recuerdo las tuyas llenas hoy de nada.
Veo, más lejos que de costumbre, que ciegamente me enojé de mí.
Me castigué por no verte y me castigué por quererte más de lo que ambos imaginábamos.
Pagaré la cuenta de ese café que nos unirá para hablar de babeos y jadeos.
Pagaré si no apareces rápido por mi teléfono.
Pagaré por ser como soy, siempre y cuando pague mis deudas anteriores que dejan profundas quiebras todas parecidas.
Ignoraré que días atrás, drogado y ebrio, sonreía a la pared que calidamente me decía, vete a dormir pues hace dos días que no duermes y la cara te vende que aún estás pagando tu testaruda ambición.
Me olvide de mi revolución.
Me olvidé quien soy.
Me olvido siempre por quién escribo y me olvidaré que existo alguna vez.
Pierdo siempre.
Y pierdo siempre y en cuanto aparezcas.
Yo te espero, sobrio, pues pagué ya mi arancel de estupefacientes y no cuento con el dinero para seguir huyendo.
Pues pierdo, siempre que ocurre esto.



Imagino que no llamarás
Imagino que no vendrás.
Imagino un mundo distinto.
Y lo peor de imaginar
es que niego lo que tengo que hacer.
Déjame vivir, pues aun estoy vivo.
Pero no me dejes morir, pues así me siento,
muerto.

Comentarios

mi otro yo dijo…
hola hola
Entonces que bueno que hayas vuelto.


Te dejo un beso
B. Rimbaud dijo…
Genial...no sé porque me recordó a algunas canciones de Sabina...

Entradas más populares de este blog

Muñeco de trapo